Por muy inexacta que sea cualquier ciencia, la selección de personal para una empresa le gana por goleada. Ya quisiera tener otras cosas tan claras como esta. Las pocas selecciones en las que he participado como “seleccionado” y las bastantes en las que era “seleccionador” son suficiente experiencia como para respetar a los profesionales de los RRHH que desarrollan toda su labor profesional estudiando, mirando y escudriñando perfiles de los candidatos primero y en persona más tarde para equivocarse lo menos posible.
De las que yo era “candidato” os diré que recuerdo principalmente una en la que no fui elegido. Si, no fui el elegido aunque lo supe tras un par de cafés y 5 minutos de conversación. Un viernes a punto de salir para inspeccionar una nueva zona de tapas en Granada recibí la llamada. Que si podía estar al día siguiente a una hora y cafetería determinada. Claro, dije. No cambié de planes, si de intensidad y duración del plan previsto. No vi oportuno presentarme a esa cita con los síntomas habituales de haber probado todo el repertorio de tapas de las tascas del barrio de La Chana.
Cortaron el café con leche fría, pocas cosas me molestan más. Más frío que ese café pero igualmente cortado me quedé cuando, a bocajarro, me soltó que el puesto para el que asistí a la entrevista de la semana anterior se lo habían dado a otro que encajaba mejor en el perfil. Sobre la marcha y entre sorbitos a un café con leche tamaño XXL con galletas migadas me expuso otro puesto que tenían disponible, también de técnico comercial pero para otro producto y mercado. Sí dije de nuevo aceptando el puesto. Cobrarás tanto escuché. Sí contesté más que nada para seguir con mi afición a esa partícula gramatical tan positiva. Que empezaba el lunes pero no vendiendo ventanas sino cemento fue todo lo que dije cuando fui interrogado sin rebasar siquiera la puerta de mi casa.
En estos últimos 4 años he perdido esa buena costumbre que es formar parte de un proceso de selección pero, hasta el fatídico 2008, los he conocido de todos los formatos, gustos y colores. Con las preguntas preparadas por un profesional de la materia, con ese profesional en la “cuadrilla” de selección, con preguntas trampa para descubrir un currículum víctima del Photoshop, sin esas preguntas trampa... y siempre he acabado con más dudas de las que empecé el proceso de selección.
En cuanto a los resultados he visto tantos como personas incorporadas. Desde un acierto rotundo, candidato que nos envió el INEM, hasta un fracaso por toda la escuadra que se escondía tras un espectacular currículum. Si algún profesional de los RRHH está tentado a dejarme un mensaje para justificar tales resultados tras las gracias por hacerlo le diré que, vía el tradicional e incombustible método de la “recomendación” que también lo he empleado, los resultados obtenidos responden a idéntico patrón en lo referente a éxitos y fracasos.
Si lo que quieres son resultados predecibles, y sobre todo, si lo que quieres es evitar fracasos de campanillas la promoción interna es el mejor camino siempre que tengas en la organización alguien que responda al perfil que necesites cosa que no será difícil si buscas un poco. El conocimiento del producto se aprende, salvo en campos muy específicos, pero hacerse a la “cultura de la empresa” no lo garantiza ni el currículum más brillante ni el enchufe de más voltaje.
sábado, 28 de enero de 2012
viernes, 20 de enero de 2012
Tiendas, comerciales que no hacen km
Últimamente los sábados estorbo de nuevo por las tiendas que tiene la empresa. Teóricamente en unos casos cubro huecos para que los compañeros puedan desayunar y en otros, los menos, parar que puedan librar un sábado de cada dos. Realizar las funciones de un comercial de tienda cada 7 días, para que nos vamos a engañar, hace que sea una ayuda moral más que efectiva. Teléfonos, clientes, cobros en efectivo, que si la tarjeta de crédito falla, devoluciones, códigos de barras que fallan, explicaciones varias hace que cada dos por tres debas buscar con la mirada lastimera a un compañero o compañera que te saquen del embrollo. Los comerciales de tienda son los grandes olvidados de nuestro mundo, tan sólo sustituyendo a uno de ellos para que pueda desayunar puede ser suficiente para veas lo larga que se puede llegar a ser media hora.
Estos sábados no son la primera vez que trabajo de cara a un público en una tienda, lo hice en unos grandes almacenes de cuyo nombre no quiero acordarme (me suena esa frase…) y tuvo su gracia. Sobre todo cuando lo dejé. Por aquella época creía poder con todo, estudios, trabajo y fiesta… algo así como muchos políticos que acaparan responsabilidades con la diferencia que yo no puede aguantar y lo dije, y lo hice, y elegí seguir estudiando. Desde las 6h a las 10h preparábamos la tienda con tal nivel de pulcritud que os sorprenderías. Aprendí lo que es rotar los productos, frentear, equilibrar colores en los lineales para hacer más atractivo el producto, calcular el porcentaje de rotación para asignar más o menos espacio, hacer las comandas en función de esa rotación… vamos, el ABC de cómo se optimiza el espacio en una tienda.
Lo cierto es que acabé odiando una canción de Whitney Houston que ponían por sistema a las 9h55min a modo de cornetín de órdenes. Conocí una estructura absolutamente vertical para gestionar una tienda y verticalmente, a la velocidad de la luz, bajaban los cogotazos si cualquier parámetro no se cumplía. Sobre todo al jefe de planta se le cortaba la digestión con el desorden. Un palé en medio de un pasillo, un lineal como si hubiese sido el ring de una pelea de gatos, una botella perdiendo líquido era suficiente para formarle un consejo de guerra al más pintado. A poquísima distancia estaba la desgana a la hora de atender a un cliente. Si querías que mandase a recoger tú cuenta y entregar la llave de la taquilla era el mejor camino, el cliente siempre tenía la razón y tocaba tragar.
Ahora que vuelvo a trabajar con tiendas veo que la marcialidad no era lo fundamental de aquel sistema de gestión de tiendas, la clave es que funcionábamos por rutinas memorizadas como una máquina perfectamente engrasada para tener la tienda en perfecto orden de revista durante el horario de apertura al público. Cada uno sabía perfectamente lo que tiene que hacer y a que hora debe estar todo listo. No era negociable. Ese es el motivo por el cual creo que estorbo por las tiendas estos sábados y miro hacia la puerta esperando que llegue la caballería de su desayuno, no domino las rutinas fundamentales para sobrevivir como comercial en una tienda.
Estos sábados no son la primera vez que trabajo de cara a un público en una tienda, lo hice en unos grandes almacenes de cuyo nombre no quiero acordarme (me suena esa frase…) y tuvo su gracia. Sobre todo cuando lo dejé. Por aquella época creía poder con todo, estudios, trabajo y fiesta… algo así como muchos políticos que acaparan responsabilidades con la diferencia que yo no puede aguantar y lo dije, y lo hice, y elegí seguir estudiando. Desde las 6h a las 10h preparábamos la tienda con tal nivel de pulcritud que os sorprenderías. Aprendí lo que es rotar los productos, frentear, equilibrar colores en los lineales para hacer más atractivo el producto, calcular el porcentaje de rotación para asignar más o menos espacio, hacer las comandas en función de esa rotación… vamos, el ABC de cómo se optimiza el espacio en una tienda.
Ahora que vuelvo a trabajar con tiendas veo que la marcialidad no era lo fundamental de aquel sistema de gestión de tiendas, la clave es que funcionábamos por rutinas memorizadas como una máquina perfectamente engrasada para tener la tienda en perfecto orden de revista durante el horario de apertura al público. Cada uno sabía perfectamente lo que tiene que hacer y a que hora debe estar todo listo. No era negociable. Ese es el motivo por el cual creo que estorbo por las tiendas estos sábados y miro hacia la puerta esperando que llegue la caballería de su desayuno, no domino las rutinas fundamentales para sobrevivir como comercial en una tienda.
miércoles, 18 de enero de 2012
Un "Berlusconi" a los mandos del Costa Concordia
Con cierta rutina escuchamos y/o decimos que los políticos, policias, jueces, comerciales... son un reflejo de la sociedad a la que representan, ni peores ni mejores. Los italianos y todos nosotros lo hemos comprobado con sonrojo y vergüenza ajena al escuchar esa conversación entre dos oficiales de la marina Italiana, entre las dos caras de una misma moneda, las dos caras de nuestra sociedad.
La prensa y la sociedad Italiana han descubierto que a los mandos del Costa Concordia estaba el "Berlusconi" de los Mares. Orgulloso y extrovertido con el viento a favor, cobarde hasta el ridículo ante una la fiereza de la realidad.
El periodista Aldo Grasso en un artículo descarnado le agradece al Capitán De Falco que rescate el orgullo de toda Italia en este Editorial
Italia ha necesitado un "Berlusconi" de tierra y otro de mar para hacer héroe a un marino, que imagino, no se prestaría a hacer el papel del Capitán de Vacaciones en el Mar, ni arriesgaría la nave ni el pasaje por pavonearse ante nadie y que, con toda seguridad, no sería contratado por quién pudo dar tamaña responsabilidad al otro.
Dice Aldo Grasso “La llamada telefónica dramática entre Francesco Schettino y el Comandante Gregorio María De Falco del puerto de Livorno es quizás el mejor documento que da fe de las dos almas de Italia. Por un lado, un hombre perdido y sin esperanza, un comandante cobarde y traidor que huye de sus responsabilidades, como hombre y como funcionario, y que está manchado de vergüenza indeleble. De otra...”
En otro párrafo define la responsabilidad casi como un ruego “El teléfono sólo puede apelar a la más preciosa y exigente virtud que poseemos: la responsabilidad personal. Cada vez que una tragedia sucede siempre es culpa de otra persona o entidad abstracta, no importa. Sin embargo, la responsabilidad personal - esa combinación de competencia y sentido del deber de cuidado y conciencia cívica - debe ser un requisito previo para cualquier tipo de mando, en tierra y mar. Sin embargo, nuestras miserias y nuestra debilidad nos indica siempre una vía de escape.”
Acaba el periodista agradeciendo al héroe, que hizo de la responsabilidad virtud gritando con la fuerza de todos los marinos que no viven de levantar copas de champán “suba a bordo, joder!” , que nos muestre ese camino que todos sabemos pero que nos cuesta tanto encontrar “Dos hombres, dos marineros de Campania al azar, dos historias: una que nos humilla, la otra trata de redimirnos. Gracias Capitán De Falco, nuestro país está en necesidad desesperada de la gente como usted” y digo yo que el nuestro también.
Grazie, Capitano - Corriere della Sera http://www.corriere.it/editoriali/12_gennaio_18/grasso-grazie-capitano_5e27d752-419a-11e1-9408-1d8705f8e70e.shtml vía @Corriereit
PD. Este artículo hubiese sido imposible sin la inestimable ayuda del traductor de Googel. ;)
La prensa y la sociedad Italiana han descubierto que a los mandos del Costa Concordia estaba el "Berlusconi" de los Mares. Orgulloso y extrovertido con el viento a favor, cobarde hasta el ridículo ante una la fiereza de la realidad.
El periodista Aldo Grasso en un artículo descarnado le agradece al Capitán De Falco que rescate el orgullo de toda Italia en este Editorial
Italia ha necesitado un "Berlusconi" de tierra y otro de mar para hacer héroe a un marino, que imagino, no se prestaría a hacer el papel del Capitán de Vacaciones en el Mar, ni arriesgaría la nave ni el pasaje por pavonearse ante nadie y que, con toda seguridad, no sería contratado por quién pudo dar tamaña responsabilidad al otro.
Dice Aldo Grasso “La llamada telefónica dramática entre Francesco Schettino y el Comandante Gregorio María De Falco del puerto de Livorno es quizás el mejor documento que da fe de las dos almas de Italia. Por un lado, un hombre perdido y sin esperanza, un comandante cobarde y traidor que huye de sus responsabilidades, como hombre y como funcionario, y que está manchado de vergüenza indeleble. De otra...”
En otro párrafo define la responsabilidad casi como un ruego “El teléfono sólo puede apelar a la más preciosa y exigente virtud que poseemos: la responsabilidad personal. Cada vez que una tragedia sucede siempre es culpa de otra persona o entidad abstracta, no importa. Sin embargo, la responsabilidad personal - esa combinación de competencia y sentido del deber de cuidado y conciencia cívica - debe ser un requisito previo para cualquier tipo de mando, en tierra y mar. Sin embargo, nuestras miserias y nuestra debilidad nos indica siempre una vía de escape.”
Acaba el periodista agradeciendo al héroe, que hizo de la responsabilidad virtud gritando con la fuerza de todos los marinos que no viven de levantar copas de champán “suba a bordo, joder!” , que nos muestre ese camino que todos sabemos pero que nos cuesta tanto encontrar “Dos hombres, dos marineros de Campania al azar, dos historias: una que nos humilla, la otra trata de redimirnos. Gracias Capitán De Falco, nuestro país está en necesidad desesperada de la gente como usted” y digo yo que el nuestro también.
Grazie, Capitano - Corriere della Sera http://www.corriere.it/editoriali/12_gennaio_18/grasso-grazie-capitano_5e27d752-419a-11e1-9408-1d8705f8e70e.shtml vía @Corriereit
PD. Este artículo hubiese sido imposible sin la inestimable ayuda del traductor de Googel. ;)
viernes, 6 de enero de 2012
Operaciones Especiales III (y úlitma)
Olvidamos pronto la afrenta
italiana. Sobre la mesa del
despacho encontré un sobre de esos que llevan burbujitas incorporadas. La
mercancía que guardaba no parecía necesitar tal nivel de protección pero estos
finlandeses no tendrán sobre más sencillos pensé. Unos cuantos billetes de
avión, reservas en diversos hoteles, un folio con un planning y algo que
parecía una factura.
He de reconocer que no le hice
caso a eso que parecía una factura. Pasaporte, horarios, rutas y clima previsto
para las zonas que visitaríamos así como los principales reclamos turísticos y
gastronómicos de la zona. Si
me hubiesen puesto el contrato en ese sobre igual lo firmo. Finalmente le tocó
el turno a eso que, a todas luces, parecía una factura.
Era una factura. Sobre la marcha
llamé al comercial representante para España de la firma finlandesa. Mi
parrafada duró poco, le dije que habían
cometido un error, que nosotros éramos los clientes y ellos los proveedores. Le
recordé tan elegantemente como puede que estaba en juego una operación con
muchos ceros y en euros que no pesetas. Me hice el interesante y cerré con los
estupendos recuerdos por la Toscana.
Cuando llegó la hora de colgar
parecíamos dos enamorados enfrascados en el “cuelga tú”, “que no que cuelgues
tú” pero versión no me estarás diciendo eso de verdad? Totalmente te lo digo,
decía él.
Por e-mail convoqué reunión con
la propiedad y nuestro director financiero. Teníamos que responder a la carrera. No soy
persona con recursos para ocultar los asuntos así que solté la sorpresa a
bocajarro. Si queríamos visitar las instalaciones de esta firma por media
Europa debíamos pagar el coste de hoteles y viajes por adelantado. La
explicación bien sencilla, lo que no se paga no se valora. No me dejaron ni
acabar. Evitaré transcribir las palabras que salieron por aquellas bocas pero,
a modo de ejemplo, os digo que las máquinas finlandesas, con toda seguridad, no
caben por el orificio por el cual propusieron que se las metiesen.
En cuanto el desahogo fue
suficiente pude continuar. Esa factura sería deducida del precio final si su
propuesta era la elegida.
Los finlandeses eran los número uno en ese campo y tenían
muchas papeletas para ser los que se llevasen el gato al agua. Para acabar dejé
caer que la ruta era Helsinkin pasando por Viena. Creo recordar que la
transferencia quedó hecha ese mismo día.
No os cansaré con nuestras
batallitas madrileñas a la ida y a la vuelta ni con la perfección con la que
estaban montadas todas las mañanas de trabajo. Solo decir que fueron muchas las
instalaciones visitadas y que Viena la saboreamos durante 3 largas
tardes-noches. En Helsinki disfrutamos de los primeros días de un espectacular
verano cerca del ártico en y, para cumplir la tradición, comimos carne de reno.
Por cierto, en una esquina de la plaza del Emperador Franz Joseph ondeaba una enorme pancarta indicando en
alemán “Próxima apertura: Zara”
km y km de carretera entre estos paisajes, espectacular. |
La operación se cerró en una
pequeña parte con un fabricante local y el resto con los finlandeses que
cumplieron y nos descontaron la factura de la ruta por Europa. No se si algún
día trabajaré como comercial de operaciones pero no me cabe duda que ser
rigurosos es el mejor método para que, en operaciones de muchos 0, el cliente
no te tome por la agencia de viajes del Corte Inglés.
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