lunes, 19 de octubre de 2015

Mariano, lo entiendo, se fuerte

En círculos cercanos consideran que tengo tan poca capacidad para pronosticar resultados futbolísticos como para el análisis político. Con la tranquilidad de no defraudar en uno u otro terreno reincido una y otra vez para mantener viva mi fama. En lo referente al Granada los posos del café y el vuelo de un aguilucho que vi ayer dejan claro que nos salvaremos ganando los últimos 20 puntos y es que nos hemos convertido en el equipo que anima el final de liga con un más difícil todavía año tras año. Mejor eso que equipo “ascensor” es lo que les digo a los míos.

En el otro campo de mis virtudes ocultas, el análisis político, acertar los sesenta y dos parlamentarios del “Junts pel Sí” me permitirá vivir de las rentas durante varios años. Con ese crédito pienso mojarme hasta las trancas en estas generales que se nos echan encima.
Ciudadanos no será la “bisagra universal” que el profesor Pérez Tapias lleva pronosticando todo el año. Será el candidato de todo el centro derecha. Albert Rivera será el próximo Presidente del Gobierno con el apoyo de su partido y de los populares tras ser la lista más votada. Ya está, lo he dicho y lo mantendré salvo que abandonen su estrategia de decir todo aquello que la gente quiere y necesita escuchar. Lo de cómo hacerlo o si se podrá cumplir es harina de otro costal y lo que funciona no se toca que decimos en la empresa.
El veinticinco de Arrimadas ha tenido un efecto demoledor sobre la parroquia popular. Aquí, en Andalucía, unos van camino de perdonarle el apoyo al PSOE en la Junta y a otros, los de centro izquierda cansados del PSOE, les está cicatrizando la herida por el apoyo al PP en varios Ayuntamientos. Pronostico que Ciudadano se hará con el trono del centro derecha español con las mismas armas que el independentismo catalán se ha hecho con el parlamento catalán. Enfundad, dadme unos segundos y me explico.
El mensaje de Ciudadanos es imbatible para el electorado que da las mayorías, el que ha votado unas veces PSOE y últimamente PP. Ante un partido popular gris que no puede desprenderse de toda su propia herencia , Ciudadanos le desangra con un mensaje de ilusión, de limpieza, de garantía de arreglar el sistema y diseñar el país serio, eficaz y digno de respeto, ese país que todos hemos soñado alguna vez. El discurso naranja está eficaz que tiene respuesta incluso para los que no se lo compramos y es que es cierto que también ellos tienen derecho a destrozar y desilusionar a sus votantes. Tienen razón, ese derecho les asiste. Chapeau.

Es el momento de recordar que Ciudadanos ha sido durante diez años el alumno aventajado del independentismo catalán. Ante la oscuridad y decadencia del PP, luz. Ante la desesperación y el más de lo mismo, un proyecto ilusionante. Ante la corrupción rampante del sistema del 78 la promesa de todas la reformas necesaria para hacer un país nuevo justo, igualitario y donde todos sus habitantes serán felices como perdices.
Ciudadanos tiene incluso una ventaja sobre la “EsquerraVergencia” al no estar gobernando ni una comunidad de vecinos. La lista de “Junts pel Sí” no ha arrasado también en votos por unas pequeñeces imposibles de esconder derivadas de su gestión más que discutible. Apoyando desde fuera a diversos gobiernos y haciéndoles firmar unos compromisos que hasta Mafalda los suscribiría Albert Rivera nada hacia la Moncloa con toda la ropa bien seca en la orilla y será el rente del centro derecha español. “Mariano, lo entiendo, se fuerte”.
Publicado 5 de ocutbre de 2015 el blog En la carretera de @granadadigital

lunes, 5 de octubre de 2015

Dos mundos en la carretera

Los primeros días de septiembre son extraños en los bares de carretera. Como en un pliegue espacio-tiempo que tantas películas usan como argumento,  familias que regresan, grupos de amigos, comerciales  y repartidores nos damos cita entorno a los manteles de papel, botellas de tinto y gaseosa.  Dos mundos y los camareros.
El comedor está lleno y, aunque tengo tiempo para llegar a la cita, la tensión entre varios camareros más otro que pasa junto a mí sin mirarme,  con la camisa medio salida y un lamparón en la pechera  son datos suficientes para intuir que hoy toca barra, bocadillo y tercio.

La familia con un niño que sólo quiere macarrones y en el menú no hay se sienta junto al comercial que  no necesita pedir para que le sirvan. La pareja enamorada que regresa camino de la rutina  comparte la carta del menú con un grupo de zagalones que viajan en un monovolumen  de alquiler.  Dos camioneros que se habrán citado por la emisora comentan sus últimas descargas mientras en la mesa contigua un matrimonio mayor intenta no perder el hilo de las conversaciones, él atiende a los camioneros y ella a la pareja de turistas.
La barra está completa con dos empleados de mensajería que usan ese punto para cambiar mercancía, algún comercial, varios repartidores uniformados y más camioneros. Todos comen y callan, unos miran a Anne Igartiburu  como las vacas al tren y otros tienen la mirada perdida en sus cosas. Otro niño exige  una bola de la máquina que hay junto al expositor con cds, navajas y llaveros. La madre cede ante la amenaza cierta de montarle el enésimo espectáculo como epílogo de las vacaciones. En la zona reservada para camareros se acumulan platos para servir y otros sucios apilados.
Desde mi atalaya con forma de taburete despliego las antenas intuyendo que será uno de esos días en los que no necesitaré el iPad para entretenerme. El tercio no está frío, sólo fresco pero no es día de distraerme en pequeñeces. De la cocina sale mi lomo junto a otros  platos y nervios a partes iguales. La tormenta está servida.
La chispa salta por el flanco más débil. Un camarero que lleva escrito en su cara que es su primer día devuelve asustado dos platos sin tocar. Están fríos y no los quieren le dice al que asoma de la cocina como del mismo  infierno.  Un padre que ya no controla la situación se acerca e interrumpe a novato y cocinero para suplicar que deberían adelantar los platos para los niños y desde otra mesa con todos en chanclas, calzones cortos y camisetas sin mangas preguntan sin los segundos llegarán con la digestión de los primeros ya hecha.  Por una puerta junto a los lavabos aparece una señora con la cara cogestionada y una caja de vasos nuevos, dos barreños llenos a la espera de que alguien los meta en el lavavajillas contemplan la escena. Sigue entrando gente por la puerta.
La retahíla de consejos que  le sueltan acaba por derrumbar al novato que ya no da pie con bola mientras otro camarero veterano se ríe al verme pendiente de la escena general. Aprovecho para pedirle un cortado descafeinado con la leche bien caliente y la cuenta. Una cosa es observar los mundos que en septiembre coinciden sen la carretera y otra que te haga el café el último en llegar.

Publicado en el blog "en la carretera" de @granadadigital el 7 de septiembre de 2015

domingo, 4 de octubre de 2015

Ferias: ir o no ir, esa es la cuestión.

Si un asunto tensa la relación entre los departamentos  financiero  y markenting  de las empresas es cómo calcular el retorno de la inversión realizada en comunicación.  Metiendo más el dedo en la llaga, la asistencia a ferias es sin duda el plato fuerte.  Y es que si partimos de la premisa que aquello que no se puede medir no podremos evaluar su eficacia, creo que no se ha inventado todavía un método que cumpla las expectativas del departamento financiero.  Estamos ante un ángulo muerto que tan sólo la cultura de la empresa puede hacer asumir esa inversión.

Dicho esto que puede parecer una fórmula conformista y que pude abrir la puerta a cualquier ocurrencia,  asistir a una feria debe ser una decisión alineada con la estrategia general de la empresa y no una medida  puntal o asilada. Como todas las acciones de comunicación es la constancia la mejor aliada para conseguir visualizar los resultados.  Una  comunicación equilibrada y que abarque diversos frentes es la mejor garantía de posicionar la marca y los productos en el mercado.

Una vez que la asistencia a ferias forma parte de la estrategia de comunicación hay que asumir primero unas tareas propias y segundo evaluar a cuál asistir. Presentar novedades es obligatorio mostrando al mercado y a la competencia toda la fuerza innovadora  que de respuestas  a las necesidades del  mercado. Sin nada nuevo que ofrecer es mejor usar otras herramientas de comunicación.

Las ferias desde su origen son bancos de pruebas en los que evaluar la reacción del mercado ante  los productos que se presentan. Es un test potente sobre los productos y mensajes elegidos. El stand de una feria  representa a la empresa por lo que debe estar a la altura y enfocado perfectamente al cliente objetivo al que se dirige.


Pero no todo está en manos de la empresa.  Las entidades organizadoras  deben ser conscientes del esfuerzo que representa para sus clientes asistir por lo que deben asumir y responder a lo que de ellas se espera.  Sean ferias generales o sectoriales es fundamental que se realice una tarea de selección de las empresas que respondan al perfil de la feria.  Su “producto” es cada feria que organizan y deben invertir en comunicación tal y como el resto hacemos. La suma de stands sin más no hace una feria. De su eficacia en la comunicación y en la captación de visitantes con el perfil que esperan las empresas depende el éxito de su producto. 

Organizar una feria por costumbre pero sin estrategia nos mete a todos en un callejón con una única salida, no asistir de nuevo. La gran empresa, si en algo aventaja a las pymes es en no dudar de la eficacia de un plan de marketing que incluya la asistencia a ferias como una herramienta más de comunicación. Asistir a ferias no debe ser un dilema, la incógnita a despejar es a cuál y como asistir.

Publicado en el número agosto-septiembre de Granada Económica