miércoles, 20 de marzo de 2013

Cambio de papeles


Tengo un buen amigo marroquí. Tranquilos, no soy de los que usa la típica frase para luego pasar a zurrarle estopa al resto de sus compatriotas como si él fuese la excepción y no la regla. Le conozco desde dos mil cuatro cuando los ferrys cruzaban el Estrecho cargados de “empresarios” españoles a la conquista del reino alauita. Aquello fue una fiebre del oro en toda regla al estilo California siglo XIX.

Nos presentó un amigo mutuo con unas palabras que siguen en su ideario. Quería modernizar las empresas de su familia y desde entonces he visto evolucionar su país en esa línea mientras nosotros, desde dos mil nueve, vamos claramente en sentido contrario al más puro estilo conductor suicida. Ya en Casablanca y con un cartucho de caracoles pequeñitos frente a La Gran Mezquita me expuso su filosofía. Filosofía innovadora para su padre, lógica aplastante para cualquiera con dos dedos de frente.

El primer encargo que recibió fue enderezar el rumbo de la granja avícola familiar. Una ruina hasta entonces. Con cinco datos bajo el brazo contactó uno de los mejores productores españoles del sector. Número de gallinas, producción diaria de huevos, mortalidad de las gallinas, mortalidad de los pollitos, personal en plantilla  y precio medio del producto en el mercado.

A cambio de comprarle los pollitos regresó a su casa con los datos del sector español. Con la primera cerveza yo y una coca cola él en un garito espectacular de “la corniche” me explicaba como su padre veía imposible la comparativa entre los datos de su explotación y la media del sector español. Que le habían engañado le decía una y otra vez. Tuvo algo de suerte, era una nueva apuesta y no el corazón del negocio familiar así que le dejaron hacer. También estaría harto, el padre digo, de ponerle dinero cada mes por lo que poco tenía que perder al confiar en su hijo europeizado.

Llegó, observó, entrevistó a todo el personal y en un mes se puso a la tarea. Ajustó la plantilla, toda la mano de obra poco cualificada que clasificaba y envasaba fue sustituida por la tecnología adecuada. Cambió al ingeniero agrónomo que la dirigía y subió todos los sueldos a cambio de conseguir en su explotación los datos del sector español. Sí, tal y como os lo cuento. En poco tiempo dejaron de desaparecer gallinas, de morir otras, la producción de huevos milagrosamente se disparó y es que lo que no cobraban en dirhams desde el primero hasta el último lo hacían en especie.

Con la retaguardia cubierta por un equipo profesional, bien pagado y con los objetivos claros se dedicó a establecer la red comercial necesaria para absorber la producción que sabía que conseguiría. En menos de un año pasó de ser una explotación como otras tantas a ser la segunda del país y la primera de la zona norte. La penúltima, cerveza digo, cayó en la “Black House” para tener  a la vista el ascensor. La noche se complicaba por momentos y era adecuado ser previsores. Para esas horas la coca cola se la servían con "guarnición" y, una vez perdida la cuenta, soltó la conclusión que le dio a su padre cuando este asumió que su hijo había acertado de lleno. “Si quieres resultados europeos implanta sistemas de trabajo europeos y paga sueldos europeos”.

Ocho años más tarde Marruecos sigue evolucionando a marchas forzadas en la buena dirección gracias a esa filosofía mientras en España se ha instaurado la creencia que saldremos de esta a base de bajar sueldos, bajar precios y competir de tú a tú con China. Nos hemos cambiado los papeles y los resultados saltan a la vista. Lo pagaremos caro.