Olvidamos pronto la afrenta
italiana. Sobre la mesa del
despacho encontré un sobre de esos que llevan burbujitas incorporadas. La
mercancía que guardaba no parecía necesitar tal nivel de protección pero estos
finlandeses no tendrán sobre más sencillos pensé. Unos cuantos billetes de
avión, reservas en diversos hoteles, un folio con un planning y algo que
parecía una factura.
He de reconocer que no le hice
caso a eso que parecía una factura. Pasaporte, horarios, rutas y clima previsto
para las zonas que visitaríamos así como los principales reclamos turísticos y
gastronómicos de la zona. Si
me hubiesen puesto el contrato en ese sobre igual lo firmo. Finalmente le tocó
el turno a eso que, a todas luces, parecía una factura.
Era una factura. Sobre la marcha
llamé al comercial representante para España de la firma finlandesa. Mi
parrafada duró poco, le dije que habían
cometido un error, que nosotros éramos los clientes y ellos los proveedores. Le
recordé tan elegantemente como puede que estaba en juego una operación con
muchos ceros y en euros que no pesetas. Me hice el interesante y cerré con los
estupendos recuerdos por la Toscana.
Cuando llegó la hora de colgar
parecíamos dos enamorados enfrascados en el “cuelga tú”, “que no que cuelgues
tú” pero versión no me estarás diciendo eso de verdad? Totalmente te lo digo,
decía él.
Por e-mail convoqué reunión con
la propiedad y nuestro director financiero. Teníamos que responder a la carrera. No soy
persona con recursos para ocultar los asuntos así que solté la sorpresa a
bocajarro. Si queríamos visitar las instalaciones de esta firma por media
Europa debíamos pagar el coste de hoteles y viajes por adelantado. La
explicación bien sencilla, lo que no se paga no se valora. No me dejaron ni
acabar. Evitaré transcribir las palabras que salieron por aquellas bocas pero,
a modo de ejemplo, os digo que las máquinas finlandesas, con toda seguridad, no
caben por el orificio por el cual propusieron que se las metiesen.
En cuanto el desahogo fue
suficiente pude continuar. Esa factura sería deducida del precio final si su
propuesta era la elegida.
Los finlandeses eran los número uno en ese campo y tenían
muchas papeletas para ser los que se llevasen el gato al agua. Para acabar dejé
caer que la ruta era Helsinkin pasando por Viena. Creo recordar que la
transferencia quedó hecha ese mismo día.
No os cansaré con nuestras
batallitas madrileñas a la ida y a la vuelta ni con la perfección con la que
estaban montadas todas las mañanas de trabajo. Solo decir que fueron muchas las
instalaciones visitadas y que Viena la saboreamos durante 3 largas
tardes-noches. En Helsinki disfrutamos de los primeros días de un espectacular
verano cerca del ártico en y, para cumplir la tradición, comimos carne de reno.
Por cierto, en una esquina de la plaza del Emperador Franz Joseph ondeaba una enorme pancarta indicando en
alemán “Próxima apertura: Zara”
km y km de carretera entre estos paisajes, espectacular. |
La operación se cerró en una
pequeña parte con un fabricante local y el resto con los finlandeses que
cumplieron y nos descontaron la factura de la ruta por Europa. No se si algún
día trabajaré como comercial de operaciones pero no me cabe duda que ser
rigurosos es el mejor método para que, en operaciones de muchos 0, el cliente
no te tome por la agencia de viajes del Corte Inglés.
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