Dice el profeta Samuel que, tras cuarenta días acampados ambos ejércitos en las llanuras de Socoh, sólo David se atrevió a enfrentarse a Goliat. Al resto de los israelitas les entraba la risa floja ante más de dos metros noventa de paladín filisteo. La muerte del Rey Saúl había envalentonado a los de Goliat y no querían dejar pasar la oportunidad para darles las suyas y las del pulpo a los vecinos. Putin se sentiría en su salsa.
En Gójar, Granada, llanuras hay pocas, bancales regados por el Dílar, cerros y barrancos unos cuantos. En una vaguada entre dos cerros llenos de ulagas, tomillos y lagartos les dio por construir una urbanización con el nombre de Los Fenicios. Como en otras tantos casos a lo largo y ancho de este paisaje post burbuja la entidad financiera se tuvo que comer las viviendas no vendidas y ser un comunero más. Como en otros muchos casos optó por ningunear a la Comunidad de propietarios. De hecho actualmente la famosa ardilla podría atravesar el país de Comunidad de vecinos en Comunidad de vecinos con el mismo problema.
En el papel de Goliat La Caixa, en el papel del David un ´Juan Cuesta´ tuitero y sus escuderos digitales. En este caso la primera pedrada acabó en los juzgados y, algún día, las cuotas de los primeros años será un juez quien obligue a Goliat a pagarlas. Con otro par de años en el zurrón de los impagos el David de Gójar decidió cambiar la onda por una cuenta en Twitter (@urlosfenicios).
En ochenta y seis tuits exactamente Goliat mordió el polvo. Cinco días más tarde la cuenta corriente de Los Fenicios recibió el ingreso salvando un puesto de trabajo que tenía ya pie y medio en la cola del Inem. Este si es un milagro Sra. Ministra.
Las redes sociales bien utilizadas ponen al descubierto las debilidades de todos los Goliats que, día tras día, salen con la intención manifiesta de apoderarse del lado ancho del embudo y ponernos mirando a Pamplona como se nos ocurra ser nosotros los que incumplimos. Con su inmenso tamaño temen que se dañe su impoluta imagen más que a una legión de jueces. Afinemos la puntería y duro con ellos, en el fondo debe ser muy cansino ir de Goliat por la vida intentando abusar de los pastorcillos.
En Gójar, Granada, llanuras hay pocas, bancales regados por el Dílar, cerros y barrancos unos cuantos. En una vaguada entre dos cerros llenos de ulagas, tomillos y lagartos les dio por construir una urbanización con el nombre de Los Fenicios. Como en otras tantos casos a lo largo y ancho de este paisaje post burbuja la entidad financiera se tuvo que comer las viviendas no vendidas y ser un comunero más. Como en otros muchos casos optó por ningunear a la Comunidad de propietarios. De hecho actualmente la famosa ardilla podría atravesar el país de Comunidad de vecinos en Comunidad de vecinos con el mismo problema.
En el papel de Goliat La Caixa, en el papel del David un ´Juan Cuesta´ tuitero y sus escuderos digitales. En este caso la primera pedrada acabó en los juzgados y, algún día, las cuotas de los primeros años será un juez quien obligue a Goliat a pagarlas. Con otro par de años en el zurrón de los impagos el David de Gójar decidió cambiar la onda por una cuenta en Twitter (@urlosfenicios).
En ochenta y seis tuits exactamente Goliat mordió el polvo. Cinco días más tarde la cuenta corriente de Los Fenicios recibió el ingreso salvando un puesto de trabajo que tenía ya pie y medio en la cola del Inem. Este si es un milagro Sra. Ministra.
Las redes sociales bien utilizadas ponen al descubierto las debilidades de todos los Goliats que, día tras día, salen con la intención manifiesta de apoderarse del lado ancho del embudo y ponernos mirando a Pamplona como se nos ocurra ser nosotros los que incumplimos. Con su inmenso tamaño temen que se dañe su impoluta imagen más que a una legión de jueces. Afinemos la puntería y duro con ellos, en el fondo debe ser muy cansino ir de Goliat por la vida intentando abusar de los pastorcillos.
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