Tras la Victoria aplastante del
PP en las municipales del 2011, - sí,
escuchan bien, 2011- el alcalde electo del Partido Popular justificó
liberar a sus ocho concejales con el objetivo de dar al pueblo de Otura el servicio
y atención que se merecía. Ocho de trece concejales le daba todo el poder para
hacer de su capa un sayo pasando olímpicamente de lo que las más elementales
normas de la prudencia recomendarían estando ya metidos hasta las trancas en
esta crisis que llegó para quedarse.
Desde aquellos días de vino y
rosas hasta estos meses del 2014 en los que el Gobierno central vende, a quien
quiera comprar, brotes verdes a calderadas al Partido Popular de Otura es
aplicable aquello que dijo Alfonso Guerra por los Ochenta y “no le conoce ni la
madre que le parió”. Pero como la falta de memoria es una plaga en la gestión
política de este país y la hipocresía una pandemia andan ahora dolidos con la
oposición por dejar sin sueldo a los últimos –concejales- de Filipinas.
Los cuatro del PSOE, uno de IU y
dos ex Partido Popular se han unido para dejarles sin un sueldo que llevarse a
la boca. De la opulencia a la miseria en tres años y un #OturaShow que
pretenden olvidar. Mejor que no intenten vender al pueblo de Otura que son
víctimas de una coalición contra natura, son víctimas de su propia inoperancia
y sufren la ruina que ellos mismos han sembrado con una sobredosis de
descontrol. Y lo saben.
Harina de otro costal es si era
necesario, y oportuno, dejar al Ayuntamiento sin ningún político a tiempo
completo durante el año que queda para las elecciones por más que todos los
concejales del Partido Popular se hayan dedicado estos tres años más al
espectáculo circense y no a la gestión austera y responsable. En Otura el
espectáculo debe continuar… y continuará.