Aquella mañana de martes en los
Montes Orientales de Granada decidió hacer todo el frío previsto para el
invierno. Entre olivares derrotados por la nieve de Guadahortuna a Montejicar
algún otro comercial mejor madrugador que yo, o con más letras que pagar, dejó
las suficientes miguitas de pan en forma de rodadas para no acabar con mi Fiat
Bravo aparcado junto a la cepa de un olivo cualquiera.
Almendros helados, que también abundan en nuestra tierra |
Martes, Montes Orientales. El abc
de un comercial de ruta que nieve, truene o llueva a cubos a la hora prevista
estará plantado en la puerta del cliente. Yo lo estuve. Eran ya un puñado de minutos más de las nueve y apostado
al otro lado de la acera cavilaba al primer sol de la mañana. No calentaba, engañaba,
sol mentiroso de invierno. Para los que no recuerden los usos y costumbres de
2001 nadie llamaba a nadie a los pocos móviles que teníamos. Esperabas y punto.
El segundo cortado descafeinado sin azúcar en el bar de la Plaza me ayudó a
entrar en calor y seguir con la espera.
Camino de nuevo al almacén repasé
mentalmente las típicas tres partes de cualquier discurso “Di lo que vas a
explicar, explícalo y recuerda lo que explicaste”. Con el tiempo llegué a la
fácil conclusión que no solo sirve para los comerciales.
La visita fue rápida, demasiado
rápida, casi como un día normal y para mí no lo era. Camino ya de Domingo Pérez ajustando
la trazada al cruzarme con los salpicados coches que circulaban esa mañana recapitulé
punto por punto lo que había pasado. Domingo Pérez, Dehesas Viejas, Benalúa y las Villas,
Iznallóz y Deifontes ya con el sol de retirada, supongo cansado de no calentar,
se repitieron, confirmaron y acumularon las excusas y justificaciones casi
todas cargadas de sinceras recomendaciones. Nuestra nueva línea de productos
había nacido tan corta en referencias básicas para los clientes que no
venderíamos ni para pagar el gasoil gastado en la ruta de ese día.
A44 para Granada a resguardo de
un buen cabestro con forma de quitanieves
fui recordando las palabras que me dijeron y buscando las que no me
dijeron supongo que para no ahondar en la herida. Pocas horas
más tarde desempolvamos los 15 productos restantes que, sumados a los 4 que ya
teníamos disponibles, completaría la
cartera mínima de productos que cualquier almacenista consumía. Un par de meses
nos costó el error de planificación en la cartera de productos.
Con menos frío pero con más
argumentos retomamos las rutas y las presentaciones de nuestra gama. Esta vez
nos escucharon y probaron. Unos nos eligieron otros no pero todos supieron que
una nueva marca de morteros había aterrizado en el mercado con ganas de
quedarse. Y es que precipitarse en salir al mercado calienta tan poco como el
mentiroso sol de invierno.
2 comentarios:
Muy buena descripción. Espero fuera el principio de una década de éxitos.
Para anónimo: no llegó a década, desde mediados 2007 empezó la cuesta abajo. Pero como hay sólidos cimiento hemos aguantado y aguantaremos el temporal... Gracias
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