La primera vez que tuve la
responsabilidad de dirigir a un equipo de ventas conseguí, sin pretenderlo, uno de mis contados aciertos
verdaderamente destacables. Fui corriendo con más miedo que fuerzas al
encuentro de un veterano comercial que nunca dirigió más que así mismo pero
tenía un largo currículum de jefes.
.- Es recomendable leer manuales,
estudiar ejemplos de éxito, escuchar y
no intentar inventar por tú cuenta la fórmula del agua. También te recomiendo
que, a continuación guardes esos manuales, escuches lo justo y no seas un
talibán a favor o en contra de lo que otros hicieron. Ah! Y nunca se te ocurra
creer que has encontrado el método o planificación perfecta. Mejor prepárate
para que te pongan a parir y que a unos cuantos les parezca que has parido un
ratón.
Con unos 30 años de
diferencia estuvo a punto de sacarme la
misma ventaja en cervezas -que no en tapas que no las probó y fueron tarea mía-.
Derrotado en singular combate me retiré una ronda antes de perder los papeles
pero, por suerte, no el coche. Con media mueca le dejé en su portal y a
duermevela en el taxi prometí espaciar no menos de tres meses las clases de tan particular escuela de
negocios.
Hasta el día de la presentación
lo único que hice fue hablar poco del asunto y trabajar lo mejor posible las
rutas, perfiles de los comerciales, productos y el equilibrio en las carteras
de clientes. Las reuniones previas con cada uno fueron productivas hablando
poco y escuchando mucho. Procuré no crear expectativas.
Los incentivos, palabra mágica en
un equipo comercial, eran función de las ventas “cobradas”, precios medios,
periodo medio de cobro y número de referencias por cliente. Otras variables no
las puede tener en cuenta por la dificultad de obtener datos fiables. Todo fue
sobre ruedas durante la presentación e incluso ya en el coloquio, por momentos olvidé los consejos del veterano
comercial. Hacia el final la reunión empezó a transformarse en un patio de
vecinos por una de las bandas de la mesa. Crecido y sin percatarme de la andanada que
se me venía encima les pedí con sorna que compartieran con el resto esa
interesante conversación.
.- Perdona, no te molestes pero
no estamos para nada de acuerdo con el sistema de incentivos.
Tascas, cervezas, tapas y ratones
recién paridos pasaron por mi mente a tal velocidad que evitaron un gesto de
sorpresa o una palabra que descubriera que sangraba por la herida. Recordé una de las frases
del veterano comercial con las que remataba cualquier conversación sobre casi
todos sus jefes.
.- No hay nada que perdonar, soy
consciente que a todos nos ascienden hasta nuestro nivel máximo de
incompetencia.
2 comentarios:
y que alternativa te dieron al sistema de incentivos?
Chema
ya sabes... ese tipo de gente no suele aportar soluciones. Nace, crecen y muere señalando los errores de los demás. Lo bueno es tenerlo identificados. Saludos y gracias por tú comentario
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