Las bebidas son seguidas y asaltadas. Por su experiencia y el
hambre que ve en los ojos la charla se ha retrasado y el catering no ha hecho
más que empezar.
Las
cervezas, copas de excelente vino y refrescos desaparecen en el enjambre entre
empujones y algún que otro velado reproche. Los que charlan mal ubicados, lejos
de la gatera por donde aparecen los camareros, a duras penas mantienen la
conversación, se dedican a otear con los ojos bien abiertos y de puntillas a
cada camarero que entra en la escena. El segundo tercio se intuye, jamón
ibérico perfectamente cortado, tortilla de patatas en pincho, palitos de jamón
York con huevo hilado y croquetas caseras. El ambiente cambia, ya no parece que
estemos en plena cacería y las conversaciones ya son algo más que monosílabos.
Incluso se puede ver algún rechazo a las bandejas que siguen saliendo por la
gatera del oficio.
Y es que
el instinto amigos iguala a brillantes oradores con los mediocres, a políticos
con mando en plaza y los que deberán seguir medrando, al que quiere vender su producto con el que posiblemente lo
comprará y al que ha escrito el libro,
inaugurado la tienda o presentado el disco con los que informarán sobre el
libro, tienda o disco.
Blas es un
auténtico profesional del catering con años de experiencia, está preparado para
ver, oír, cobrar y callar.
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