Nuestro listado de “primeras veces” solemos recordarlas con mayor o menor grado de idealización en función del “sujeto o artista” que las haya experimentado. Sobre esa primera vez, mejor dicho sobre el recuerdo de esa primera vez trata esta entrada. No, no dejéis esta lectura cerrando desesperadamente este blog, se trata de la primera vez en la que me enfrenté a los clientes que es lo que aquí toca.
Un listado de precios, un listado de posibles clientes y unas pocas palabras que incentivaban claramente que saliera del despacho a uña de caballo empezó mi carrera profesional como comercial que, por un motivo que no alcanzo a comprender, se ha prolongado durante estos últimos 17 años. El que fuera mi primer Jefe, hoy fallecido, tenía una visión espartana de las relaciones personales, nunca hablé de ello con él pero, con toda seguridad, si hubiese sido monitor de natación su método preferido sería tirar a la criatura en medio de la piscina y que la madre naturaleza decida si sobrevive o no…
Supongo que de haber sido grabadas mis primeras visitas formarían parte actualmente de alguna lista al estilo “10 cosas que no debes hacer nunca en una primera visita comercial”. Eso sí, no puedo negar que este sistema de iniciación al mundo comercial cumple perfectamente su misión y ahorra tiempo tanto a la empresa como al trabajador para el caso que no sea este mundo tú futuro… o te buscas la vida pronto o te buscas otro empleo aún más pronto.
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