Aprovechando que teníamos la
intención de pasarnos por la SAIE ( http://www.saie.bolognafiere.it/
), feria italiana de referencia para el mundo de los materiales de construcción,
le comunicamos al comercial de la firma italiana que sería perfecto visitar su
fábrica y aquellas instalaciones que estimase oportuno, vamos, una tourné por
parte de Italia. Aceptó, era previsible.
Gracias a la estupenda
comunicación que tenía, y tiene, el aeropuerto granadino nos vimos obligados a
hacer noche en Madrid. De mala gana salimos a tomar algo por el centro
dispuestos a volver lo antes posible, el vuelo a Bolonia era tempranero. El
motivo por el cual de nuestras habitaciones solo usamos las duchas carece de
importancia, digamos que la noche empezó sin lustre pero se animó. Por suerte el
taxista demostró ser un hombre comprensivo y achicó Madrid lo suficiente. No
perdimos nuestro vuelo.
SAIE 2010 |
Ya en la feria recibimos la primera
llamada de nuestro anfitrión. Lo pactado era que seríamos “suyos” tras el último
día. Nos localizó y el marcaje dio inicio. Fue un día duro aunque no supe si
por la completa noche madrileña o por esta nueva versión cansina del comercial
que conocí profesional y comedido en sus repetidas visitas a nuestras
instalaciones. No le importaba que el stand fuese de azulejos, herramientas o
ropa de trabajo para adelantarnos punto por punto todo lo que veríamos tras la feria. Por suerte
nuestro agotamiento era tan visible que, tras una cena rápida, comprendió que
necesitábamos recogernos pronto.
Dos días más tarde, el último de
la feria, se presentó por la mañana en nuestro hotel. Nos propusimos darle
esquinazo y lo habíamos conseguido hasta esa mañana. Tras varios reproches
velados nos dio la documentación del hotel para esa noche y el resto del plan
para los siguiente días, en adelante éramos suyos pareció decirnos o eso quise
entender. No le dimos muchas explicaciones sobre nuestros dos días de feria y
dos noches por Bolonia. Es la ventaja de ser el cliente.
Bolonia |
De camino a la feria hojeamos el
plan… Rimini?? El hotel para esa noche, por cuenta de nuestro anfitrión, estaba
en Rimini!!! Nuestro conocimiento de la geografía italiana no era de relumbrón
pero si para ubicarlo en la costa del Adriático y el resto de la ruta camino de
Florencia por el interior. Esta vez si fuimos a su stand. Problemas con los
hoteles nos dijo. Cuando nos bajamos del taxi frente a la estación vimos el
hotel Bolonia Mercure. Caras pero habitaciones quedaban. En 2005 los españoles
no solo invadíamos las ferias europeas sino que no estábamos dispuestos a
meternos 120 km
de ida y vuelta por más que fuese gratis transporte y hotel.
En adelante todo fue a peor. Por
la estrecha y repleta “autoestrada” que nos llevó a la primera visita le explicamos
con pocas palabras que no conocimos Rimini y que si encontramos habitaciones
libres en Bolonia la noche anterior. Las visitas estaban mal preparadas, en una
incluso claramente no tenían interés por dejarnos ver las máquinas. El primer
hotel, en un polígono de Florencia, supongo que veinte años atrás fue digno.
El día siguiente intuimos Florencia
un par de veces circulando de fábrica en fábrica sin explicarnos como se podía
conducir con los coches tan juntos y tan rápidos sin rozarse los retrovisores. Una vez más acabamos reventados y cabreados en el mismo hotel de polígono que seguía estancado
en los años 80.
San Gimignano |
Con ganas empezamos el último
día, ganas de perder de vista a ese comercial-lapa que nos había secuestrado en
toda regla. Clarito se lo dejamos en el desayuno que la tarde la queríamos
libre para callejear algo por la ciudad antes de tomar el tren camino de
Bolonia. De nuevo la autoestrada repleta camino de otra fábrica que visitamos como
autómatas desperdiciando, por nuestro mal humor, las colinas salpicadas de
olivos y vides de la Toscana que veíamos por la ventanilla del coche y no
podíamos disfrutar. Como si supiese que había tensado la cuerda en exceso
comimos, a modo de despedida en San Gimignano… nuestro cabreo se diluyó. Nos
relajamos con el espectáculo. Tras la comida y ya camino de Florencia nos
propusieron una visita rápida a sus instalaciones. Encerrados en un despacho
con el comercial y el propietario de la firma nos miramos con asombro.
Pretendían cerrar los “flecos” del contrato!. Pedimos urgentemente el taxi ya
sin disimular nuestro enfado, para rematar la escena eran las 17h y ya solo
veríamos Florencia a la carrera subidos en un coche.
En el tren, en la noche última
noche en Bolonia y en el vuelo a Madrid todo fue un rosario de quejas y lamentos por
las oportunidades turísticas perdidas. Eliminar a la opción italiana fue claramente
por causas objetivas tras las primeras visitas pero, ante un empate con otra
opción, hubiese sido fulminada por un cúmulo de causas subjetivas que ningún
comercial con sentido común pude perder de vista. Ya en Madrid nos alegramos por
no poder volar a Granada hasta la mañana siguiente y una vez más solo usamos la
ducha del hotel y de nuevo el taxista tuvo que achicar Madrid para no perder el
vuelo.
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