Cierto día de 2008, mientras
arreciaba la tormenta de impagados, me fijé en uno de ellos. Por más que lo
intento no recuerdo que hizo especial ese pagaré devuelto. No pudo ser la
cantidad pues en esos días los impagos eran de todos los colores, sabores y
tamaños. No pudo ser la caligrafía pues en esos meses se impagaban los
rellenados por ordenador, con máquina de escribir y hasta con letra a mano perfecta,
incluido el puntito redondo sobre cada i.
Tras desestimar otros posibles motivos tengo que concluir que tuvo que
ser la entidad emisora del pagaré pues pocos tan mediterráneos habían pasado
por nuestras manos hasta esa fecha.
Hito, Referencia que no debemos perder |
Pregunté al comercial quienes
eran. Una dirección de una localidad del Área Metropolitana de Granada, un
teléfono, fax y un CIF recién parido era
toda la información que acompañaba a la cantidad asignada por la empresa de
riesgo.
Que le hubiésemos vendido casi
por el doble de lo asegurado no era nada fuera de lo normal en 2008. Fui
empequeñeciendo conforme recopilaba información sobre el “pavo” propietario de
la promotora-constructora y, solo mi aversión absoluta a cualquier
daño físico auto infringido evitó que emulase a Santillana con un pilar de
hormigón cercano.
De policía municipal a
comisionista por la venta de solares, de comisionista a promotor con abundante
financiación, de promotor inmobiliario a moroso de mi empresa y, finalmente, de
moroso insolvente de nuevo a responsable Policía Municipal transcurrieron 5 años, un Tuareg, un Golf, una
mansión -que no le dio tiempo a acabar- y un concurso de acreedores a
liquidación que nos humilló más por la vergüenza de nuestros controles internos
que por la cantidad en sí.
Cuando todavía escucho lo malos
malísimos que hemos sido el sector de la construcción tengo la sana costumbre
de recordar este caso, pero también el del notario espabilado, el abogado
oportunista, aquél corredor de seguros a tiempo parcial o el médico de familia
aburrido que se lanzaron todos al festival sin frenos y con todo el equipaje.
Pero por más que el sentido común
te indica que un solo asesino es imposible que líe tal estropicio lo que dicen
ese policía, notario, abogado o médico es que los del sector de la construcción
engordamos y explosionamos por nuestro propio descontrol.
1 comentario:
yo viví esta situación muy cercana. En 2002, trabajando como constructor promotor para una empresa, me di cuenta, que el dueño de una, un fontanero con mucha labia, ganó concursos con una empresa de cerrajería con 50 años, la quebró y se llevo el beneficio de todas las adjudicaciones a su nueva empresa, dejando sin pagar cantidades barbaras de dinero a pequeños contratistas. El personaje sigue con su empresa coleando, pero no tiene reparo en ir por la calle, como el "típico empresario salido de la nada que era un obrero y se ha reconvertido". La dignidad y la buena praxis es algo que hemos permitido. Tenemos un sistema, en este caso el judicial, que permite a individuos irse de rositas. Algunas empresas cobraron porque fueron con credito y caución, pero no se me olvidará el día que tuve que sacar a mi jefe de una obra, tumbado en el asiento trasero, ya por 2004
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