Tras 16 años en las trincheras del mundo comercial podría ser un momento adecuado para escribir unas memorias, un libro de autoayuda, los 1005 consejos para un comercial principiante o cualquier otra de estas ocurrencias que solo sirven para engordar las estadísticas de libros publicados en España.
No señores, no estoy preparado para dar lecciones a casi nadie y mucho menos tras estos 4 años padecidos dónde he tenido que aparcar gran parte de lo aprendido y sustituirlo por la “Bruja Lola” y otras artes ocultas para intuir por dónde soplaba el viento.
Y si señores, estoy preparado para que este blog que hoy inicio apenas deje huella en mi imaginaos en vosotros. Como dice un tuietero al que sigo, @josemiguelmaiz “Si crees que a casi nadie le interesan tus pensamientos, te equivocas. En realidad no le interesan a nadie.”
Sobre ocurrencias, chascarrillos, malos ratos y otros no tan malos, vivencias en las ferias, convivencia entre comerciales pretendo escribir. Será inevitable que suelte de vez en cuando mis opiniones sobre otros temas pero no temáis, procuraré no dar rienda suelta a mi versión “indignada” que me aburre a mí el primero hasta lo más profundo pues tengo dificultades en localizar los frenos cuando me lanzo.
A modo de epitafio de esta primera entrada os dejo una de las más habituales formas que tenemos lo comerciales para definir nuestra tarea. “No te puedes imaginar cuantas cigalas me he podido llegar a comer para llevar un plato de lentejas a mi casa”.
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