Que la Granada romana está gafada
lo saben hasta los gatos del Darro, esos que llevan casi cuatro años viendo el
museo arqueológico cerrado “temporalmente” a cal y canto. Aplastada
inmisericordemente por el esplendor medieval no levanta cabeza desde que
“pícaro” Flores decidió que la realidad de lo que excavaba no era
suficientemente brillante como se le aparecían en sus sueños. Cosas que pasan cuando las cosas importantes
se dejan en manos de aficionados.
De vez en cuando, como
avergonzada, como pidiendo perdón por existir, la Granada romana asoma por la
calle primavera, por las obras del metro o en por el antiguo cuartel de Los Mondragones. A
punta de pala y estaca es obligada a volver al anonimato aduciendo la dudosa
valía de lo encontrado, así que lo ocurrido con la Villa romana de los
Mondragones no debería sorprender pero, mire usted por donde, es falso que en
la genética granadina venga de serie la indolencia gatuna ante lo que podría
ser un atropello al nivel del
sucedido en el siglo XVIII.
Y digo podría porque mi falta de
conocimientos en arqueología romana sólo me permite alcanzar a intuir que hay gato
encerrado, del Darro o no. La Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en
coordinación con el resto de administraciones implicadas ha dado muestras de
estar capacitada para gestionar asuntos similares como el teatro de la vieja Acci. Salvo
por la falta de fondos, que novedad, el tratamiento técnico y la coordinación
de los políticos fue impecable. Si saben hacerlo ¿qué ha pasado en el caso de
los Mondragones? ¿Han consultado con el Director del Museo Arqueológico? Que
sepamos forma parte de esa Delegación. ¿Qué arqueólogos de reconocido prestigio
en excavaciones similares ha evaluado la Domus, sus mosaicos, los
enterramientos, el edificio de culto etc para decidir su desmantelamiento?
¿Sería mucho pedir que esas excavaciones hubiesen sido dirigidas, desde la
administración, por funcionarios del Cuerpo Superior Facultativo de
Conservadores del Patrimonio o Museos? Me juego la fortuna que no tengo a
que la Junta, dentro de su abanico de funcionarios, seguro que los tiene.
Los gatos del Darro, observadores
y pacientes, también observan como pasan en silencio por delante de la casa deCastril los responsables de cultura del Ayuntamiento que, por no ofender a su
ministro, optan por no pedir explicaciones a la Junta y aún menos al ministerio
no sea que se enfaden. Que alguien les diga que la Granada de los Valeri Vegeti, de
los Papiro y de los Anulio podría ser un complemento de primera división para una ciudad que vive del turismo
cultural.
Con indolencia gatuna nos
tomaremos la noticia sobre el museo romano de los Mondragones cuando, por
ciento cincuenta mil euros, el togado de Periate y todo el museo Arqueológico siguen
de baja indefinida. Ejerciendo de granadino gatuno, mucho me temo que esos
mosaicos aparcados por algún rincón de los Mondragones correrán una suerte
parecida salvo que, la Bona
Dea no lo quiera, los amigos de lo ajeno se los lleven como
ya ocurrió hace treinta años durante unas excavaciones en Itálica.
Boabdil no pudo ser el último rey
de otra ciudad más adecuada, la heredera de Florentia Iliberritana, la
desventurada.
Publicado en Ideal el martes 11 de marzo de 2014
Publicado en Ideal el martes 11 de marzo de 2014
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