Con la inauguración del centro “Lorca sin Lorca” todavía caliente, el museo arqueológico cerrado y la biblioteca de Las Palomas en fase de apertura retardada a regañadientes el ayuntamiento de Granada se ha lanzado sin paracaídas a la carrera por ser la capital cultural europea de 2031. Y es que no hay nada que detenga a un político granadino si de dejarnos en evidencia se trata.
Como en estas correrías de lo absurdo queda mal quedarse atrás la Junta de Andalucía rápidamente ha salido a bendecir la ocurrencia. Ya puestos deberían estudiar conjuntamente la posibilidad de presentar la presa de Rules como ejemplo a la cooperación entre administraciones, Granada como sede de la Unión Internacional de Ferrocarriles y de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo. Por si acaso ya les aviso que yo no estoy en forma así que les pido que se abstengan de presentar mi candidatura al atleta del año.
Tirando de hemeroteca hay que descartar que propuestas como estas sean el síntoma de un verano con más de veinticinco días con una temperatura sostenida por encima de los cuarenta grados o que en algún bar de carretera les hayan puesto melocotones en almíbar chinos caducados, de esos que les dan a las brigadas del INFOCA. El cajón que guarda bajo siete llaves el proyecto del centro escénico, la olimpiada y la exposición universal para 2012 demuestra que somos reincidentes y ya tiene un sitio reservado para la nueva propuesta que se llevará por delante otra del mismo calibre.
Ya puestos a dejar bien alto el pabellón granadino le propongo al señor concejal de la cosa cultural que, para la primera visita del comité evaluador, alquile cuantos “beer bike” sean necesarios y rematen la velada en esa conocida discoteca capitalina que programa como reclamo una edición de “granadinos, granadinas y viceversa”. Con estos mimbres si se presenta Viena como competidora, nuestra propuesta será imbatible.